Aprovechando las fechas que se aproximan, queremos orientar las próximas líneas a hablar de un concepto de negocio muy discutido y poco valorado dentro de los ámbitos de mercado: la venta de artículos de fiesta, carnaval y broma.

En nuestro país, existe una gran tradición por los carnavales. En Cádiz, Badajoz, Las Palmas de Gran Canaria, Ciudad Rodrigo… en todos los puntos de nuestra geografía encontramos focos en los que el disfraz se encuentra completamente arraigado a las costumbres del folclore y el acervo popular que, cada año, busca ese traje que le transporte a un mundo de fantasía en el que Don Carnal se hace dueño de esos días en los que cada cual elige cómo engalanarse, tiñendo de colorido, risas y baile las calles de esas ciudades.

Así, antiguamente, los trajes y disfraces se realizaban a partir de ropa vieja, anticuada que, con la ayuda de la imaginación y habilidad de cada cual, se convertían en eses traje que luego representaría el disfrazado. Es cierto que, aún hoy, el concepto de modista y sastres que se dedican a confeccionar por encargo disfraces se sigue utilizando, pero también la sociedad actual, acostumbrada a un estado mucho más consumista que en el pasado, se ha encargado de abrir otras vías de negocio para el negocio del disfraz. De esta forma, la compra de disfraces en tiendas especializadas se ha extendido hasta tal punto que pocos son los que se resisten algún año a no pasar por ese proceso. Además, la entrada en el juego del mercado asiático ha hecho que se abaraten los precios hasta un punto casi irrisorio.

Actualmente, cuando llegan las fechas propias del Carnaval, muchos establecimientos ofrecen un amplio catálogo de disfraces y accesorios con los que el comprador puede satisfacer sus más extrañas apetencias en este sentido. Y esto es sólo en lo referente al mercado tradicional, ya que las nuevas tecnologías también saben sacar tajada de este hecho, ofreciendo una feroz competencia a través de cientos de tiendas online que están especializadas en la venta de disfraces, incluso hasta el punto de dar la opción de personalizar completamente el mismo, logrando que el cliente obtenga casi lo mismo que lo que se consigue a través de trajes por encargo y a medida, sólo que a un precio menor.

Por ello, queremos romper una lanza a favor de todos aquellos empresarios que se arriesgan a lanzar un negocio tan dudoso como el que nos ocupa, y no sólo logran triunfar, sino que ofrecen ese “algo” de magia que, en ocasiones y por desgracia, falta en los negocios y que alegran en esos días festivos o especiales la vida de tantas personas, que en los tiempos que corren con dificultades económicas importantes, guerras, desastres naturales, etc…. es de agradecer infinitamente a todos estos emprendedores y que por supuesto sepamos valorar éste tipo de negocios. 

Fuente: EL IDEARIO – El negocio de las máscaras. 16 febrero 2009

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