TE INVITO A MI DESPEDIDA DE CASADA

NEGOCIO. Camisetas. Las tiendas especializadas en artículos de broma y los sex shop comienzan a sacar nuevos artículos especiales para las celebraciones de los divorcios.

CENAS ERÓTICAS, «Boys» y camisetas con mensaje. Las divorciadas españolas se apuntan a la moda, importada de EEUU, de festejar por todo lo alto su ruptura matrimonial y las empresas especializadas se frotan las manos: el número de separaciones no para de crecer.

«Te invito a mi divorcio». Ya no es motivo de sorpresa encontrarse una tarjeta con tal mensaje en nuestro buzón.

En España, el país donde sobran razones para hacer la fiesta, surge tímida pero incesante una nueva excusa para celebrar la última moda en festejos: brindar por el fin del amor, la liberación, la ruptura o separación y los papeles del divorcio.

Confeti, amigos, música y chicos guapos son los ingredientes perfectos para una buena despedida…de casada, claro, lo que en el pasado llegó a ser motivo de vergüenza, además de los momentos de dolor y tristeza, se torna en júbilo y felicitaciones.

Los restaurantes eróticos, los Boys y las discotecas españolas suman nuevos clientes: aseguran sus dueños que «cada vez son más frecuentes las reservas de divorciadas».

El fenómeno en cuestión llega desde el otro lado del Atlántico. En EEUU y, por extensión, en muchos países latinoamericanos, las despedidas de casada son casi tan comunes como las de soltera. Y hablamos en femenino porque es una costumbre que se extiende mayoritariamente entre las mujeres.

Los expertos ven el origen de este cambio de actitud en la creciente aceptación del divorcio y la separación como una fase más del ciclo vital y la necesidad que ha creado la sociedad de instaurar rituales para marcar etapas importantes de la vida y son las cifras crecientes de divorcios las que precisamente han contribuido a normalizar el fenómeno como algo natural y no como una trágica excepción entre las parejas.

Aunque España sigue siendo uno de los países de la Unión Europea con menores tasas de rupturas matrimoniales, las demandas de separación y divorcio han ido aumentado progresivamente desde la entrada en vigor de la ley del divorcio, en 1981. Según el Instituto de Política Familiar, en los últimos ocho años las rupturas han aumentando en un 60,65%. En 2004 se produjeron un total de 82.340 separaciones y 52.591 divorcios, por otro lado, según datos del Instituto Nacional de Estadística, el número de matrimonios también ha crecido últimamente: en 2004 se registraron 215.322 enlaces, 5.167 más que en 2003.

Despedirse de la soltería es una antigua tradición, pero celebrar su retorno es producto de una sociedad muy moderna, según el psicólogo y sexólogo Antoni Bolinches, «quizá sea una moda pasajera». Explica que este nuevo fenómeno responde a unas circunstancias psicosociológicas en las que el consumo es la medicina de todo mal. Afirma que la celebración de una ruptura es «un mecanismo de defensa para neutralizar la triste experiencia que ha podido suponer el matrimonio y la posterior separación: un ritual de compensación por el fin de los malos tiempos».

Es la fiesta de la liberación, Bolinches utiliza el refrán español «A mal tiempo buena cara» para explicar la actitud de muchas mujeres tras su divorcio, opina, sin embargo, que el hecho de celebrarlo viene influido directamente por un hábito de consumo «mucho más extendido en los EEUU que en nuestro país». «Es un ritual consumista más», dice el psicólogo catalán, «que refleja una sociedad psicológicamente inmadura, como es la norteamericana». Y añade: «Hoy todo se puede celebrar; ésta es otra gran excusa para consumir».

Es imposible determinar con exactitud hasta qué punto son populares las fiestas de divorcio hoy en día, porque en muchas ocasiones son pequeñas y adoptan formas variadas (cena casera con amigos, noche discotequera de chicas, ceremonia completa con Boys incluidos…). Lo cierto es que los dueños de locales de fiestas y garitos nocturnos se muestran sorprendidos en su mayoría por la gran afluencia de divorciadas que últimamente reclaman sus servicios.

La encargada de la discoteca Hot, en Valencia, asegura que desde que abrieron en 1998 «siempre han organizado fiestas de divorcios».

Comenta que no recuerda ninguna de hombres, «suelen ser chicas y, curiosamente, bastantes mujeres mayores».

El dueño del restaurante madrileño Kamasutra, explica que cada año tiene más celebraciones de este tipo: «Llevaremos unas 15 desde principios de 2005». Dice además que «las divorciadas suelen ser más diplomáticas que las solteras pero también disfrutan con los streapteases».

En España, la mayoría de las despedidas de casada que se organizan en este tipo de lugares de desquite, siguen la misma dinámica que las de soltera: cena con menú erótico (comida con insinuantes formas y sabores); espectáculo de Boys y, para quien le sobre fuerzas, juerga por discotecas y bares hasta el amanecer. Si acaso ya empiezan a verse regalitos o camisetas originales para fiestas de divorcio. Sin embargo, en otros países como Argentina, donde este hecho es casi una tradición, los organizadores de eventos cuentan con todo tipo de detalles especiales para divorciados, como «viaje de volver a empezar» o la típica «torta de liberación».

UNA LIBERACIÓN, lejos de suponer un trauma, muchas mujeres tienden hoy a asimilar la ruptura con sosiego y optimismo: vuelven a ser libres. Es el ejemplo de Dolly, quien se define como una «feliz divorciada». «Cuando me separé, pensaba en rehacer mi vida. Al principio no me planteé celebrar nada pero llegó un momento en que me harté de ver en los documentos mi condición de casada y pedí a mi abogada que tramitara los papeles. Fue entonces cuando empecé a bromear con mis amigos que pronto haría una fiesta».

Lo que comenzó con una broma terminó haciéndose realidad. «En cuanto tuve los papeles en la mano», dice Dolly, «organizamos una merecida celebración».

El festejo de recién divorciada era el símbolo de una nueva etapa, la forma de expresar sus ganas de hacer borrón y cuenta nueva. «Después de tanto sufrir», dice, «te sientes realmente liberada».

Fueron unas diez personas a cenar a un restaurante y luego pasaron «toda la noche de copas por Madrid». Su hija Alejandra fue una de las invitadas; ella reconoce que se le hizo «raro» estar en la fiesta ¡del divorcio de su madre! Dolly asegura que no fue algo que quiso esconder pero tampoco gritarlo a los cuatro vientos. «Hice todo de muy buenas formas porque se trata de un tema algo delicado».

Ella, como muchas otras, quiso compartir con los suyos la ilusión de sentirse completamente liberada, y concluye: «En esta sociedad siguen teniendo mucho peso los papeles».

Fuente: Suplemento de EL MUNDO. Domingo, 28 de Agosto de 2005; número 515: MODA / LOS DIVORCIOS TAMBIÉN SE CELEBRAN

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